Cierro los ojos y te imagino a mi lado, ya casi puedo sentirte, casi puedo oírte respirar, mis manos, empeñadas en acariciarte, te buscan, pero no estás ahí, dejo de oírte, dejo de sentirte y abro los ojos.
No estás a mi lado.
Vuelvo a cerrar los ojos y mientras me quedo dormido te imagino entre mis brazos, instante para nosotros perdido en nuestro tiempo, donde tu mirada me cuenta que algo crece en ti, que un sentimiento inunda cada parte de tu cuerpo.
Mi mirada se pierde en lo profundo de tus ojos, siento que te acercas, nuestras respiraciones se aceleran al compás que marcan nuestros latidos, te pones nervioso, lo noto, me acerco, te acercas, rozas mis labios, y con un beso te cuento todo lo que pude haber callado, te hago sentir todo lo que siento, llega un escalofrío que comienza en algún lugar de tus labios acabando en el escondite de mi cuerpo, y es tan fuerte esa experiencia que me hace despertar.
Estoy sentado en mi cama, sudando y algo mareado, y en el tiempo de un suspiro miles de preguntas invaden mi cabeza: ¿Acaso realmente sientes algo por mi? ¿Es que me deseas? Sin hallar respuesta alguna me levanto, tomo mi cuaderno y comienzo a escribir todo esto, una vez lo termine, volveré a intentar dormir, esta vez abrazado a la idea de que algún día podamos estar juntos.
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